Las minorías en Japón

A pesar de que la constitución de Japón estipula que todos los individuos son iguales ante la ley y que se han eliminado todas las formas de discriminación racial, en la práctica esto no ocurre totalmente.

Parte del problema de discriminación ha sido heredado de una forma de pensar nacionalista y de la configuración de una identidad japonesa, promovida por los dirigentes, surgida en el Japón feudal, y estimulada durante el imperialismo japonés del siglo XX.  Gran parte de la discriminación se debe a la idea Doka seisaku, por la cual se imponía la cultura japonesa a los países colonizados.

Los Burakamin son la clase social más baja de Japón

En 2000, un 4,7% de la población  japonesa pertenecía a alguna minoría, es decir, seis millones de personas. La minoría más numerosa son los burakumin con una cifra cercana a los 3 millones de personas. Este grupo vive en barrios aislados, tienen pocas oportunidades de trabajo, y condiciones de vida peores que el resto de la población. La minoría burakumin es indistinguible por características raciales del resto de los japoneses. En realidad su origen es bastante curioso. Como los intocables de la India, esta minoría se define por su descendencia, por su pobreza y por el trabajo que hacen. Su origen data de la época Tokugawa (1603-1867), la época anterior a la modernización de Japón, en la que había una organización feudal, cuyo centro de poder era el Shogun. En ese periodo existía un sistema de castas por las que se discriminaba a las personas que realizaban profesiones consideradas impuras como carniceros, curtidores, verdugos, etc. En realidad, esta clase fue oficialmente abolida en 1871 en virtud de una ley de emancipación de la Restauración Meiji, pero hoy en día gran parte de los burakumin siguen viviendo en guetos.

En 1965 se tomaron medidas para mejorar las condiciones de vida de los burakumin. En realidad su situación ha mejorado pero todavía son muy dependientes de la asistencia del estado. Por ejemplo, la educación está más extendida en este grupo que en el pasado, pero el absentismo escolar es muy alto y muy pocos acceden a estudios superiores.

Los okinawenses tienen una tasa baja de mortalidad.

Otra de las minorías étnicas son los habitantes de Okinawa, la isla más grande del archipiélago Ryukyu. A diferencia de los burakumin, los okinawenses tienen una cultura y una lengua diferente llamada  uchinaguichi. Son claramente más oscuros que la mayoría de los japoneses, pero son sus influencias chinas lo que les hace más diferentes de los japoneses.

El principal problema de los habitantes de Okinawa es la presencia de los norteamericanos: hay cerca de 51.000 entre militares, familiares y personal civil. El territorio estuvo bajo su control entre 1945 y 1972 y, hoy en día, soportan el 75% del peso de la alianza militar de Japón con los EE.UU. con la presencia de bases militares. De hecho además de la más famosa base Kadena, existen cerca de treinta bases e instalaciones militares, lo que supone una ocupación de un 20% de la superficie de la isla. Esta presencia es fuente de tensiones entre la administración local de Okinawa y el gobierno japonés. Las quejas van dirigidas contra los marines ya que tienen comportamientos violentos. Se les atribuyen  5.328 delitos y faltas  entre 1972 a 2004.  La situación se agravó cuando en septiembre de 1995 tres marines violaron a una niña de 12  años.

Okinawa es un punto estratégico para Estados Unidos por, entre otras razones, la decisión de Corea del Norte de fabricar armas nucleares, las aspiraciones independentistas de Taiwán y porque en esta zona se produce el 70% del comercio mundial.

En cuanto a la inserción social de los habitantes de Okinawa, algunos se han integrado con éxito en la cultura japonesa y, de hecho, se ha producido un fenómeno de rechazo a sus orígenes. Sin embargo, en los últimos años ha habido un revival cultural con muchos okinawenses mostrando un gran orgullo por su herencia étnica.

Ainu significa "humano". Los ainu tienen su propio idioma.

Los ainu, concentrados en la isla de Hokkaido, en las Islas Kuriles y en la isla de Sajalin, son la minoría más diferenciada de Japón. Se desconoce su origen. En el pasado había teorías que sostenían que provenían de Europa, pero hoy en día reclaman su procedencia de la cultura prehistórica Jomon. Los ainu fueron desposeídos de sus tierras, sus modos tradicionales de vida fueron abandonados y sus tierras ocupadas por los japoneses. El gobierno japonés no aplica las políticas necesarias para que puedan aprender en el colegio su lengua y para preservar sus tradiciones.

Hasta los ochenta Japón podía mantener un alto nivel económico sin emigrantes. Pero se tuvo que abrir al trabajo legal e ilegal por los continuos cambios demográficos y económicos. En respuesta al incremento del trabajo ilegal, en los años noventa, el gobierno extendió el tipo de trabajo que podrían realizar los extranjeros y puso severas multas hacia los empresarios que contratasen ilegales.

La ley de registro de los extranjeros obliga a registrarse en las municipalidades donde residen. Esto permite al gobierno tener controlado el número de los  extranjeros. Bajo la ley japonesa todos los trabajadores poseen derechos y beneficios, pero muchos empresarios ignoran estos derechos. Los trabajadores ilegales son muy vulnerables, ya que si son descubiertos son deportados. De hecho cualquier alegación que haga un trabajador indocumentado contra su empresario provocará la expulsión del extranjero.

En agosto del 2001 Japón facilitó que los coreanos residentes en Japón pudieran obtener la nacionalidad. Cerca de la mitad de los extranjeros en Japón son coreanos, como resultado de la ocupación de Corea por parte de los japoneses entre 1910 a 1945. Cuando acabó la guerra, la mayoría fueron repatriados y los que se quedaron perdieron su nacionalidad japonesa. El problema de los japoneses-coreanos es que por ejemplo las escuelas coreanas no son oficiales y, por lo tanto, los estudiantes no pueden acceder a las universidades japonesas.

Japón lidera a Asia en muchos campos: prosperidad, desarrollo, tecnología, pero tiene una asignatura pendiente con la discriminación racial.

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