A más de veinte mil li de distancia (10.000 kilómetros), existe una ciudad donde el aire es puro y la vida se abre camino por entre las piedras. Shaoshan es su nombre y significa “montaña bella”. Todos los chinos del mundo han oído hablar de esta ciudad porque es el lugar donde nació el último dios chino: Mao Zedong.
Shaoshan fue durante los sesenta la meca de los maoístas. Cerca de 60.000 personas visitaban diariamente la ciudad, muchos de ellos a pie como auténticos rocieros. No era para menos, visitar este lugar podía limpiar tu pasado de “negro”, es decir, de capitalista, que era opuesto a “rojo”, comunista. Ser negro por aquel entonces, los años de la revolución cultural, podía significar, si tenías suerte, pasarte diez años en una ciudad remota trabajando en el campo sin agua corriente ni luz. Otros negros fueron linchados, asesinados o inducidos al suicidio. La pureza, no de raza sino ideológica, se impuso en los peores años de la historia China reciente. Esta pureza ideológica alcanzó niveles esperpénticos, como la peregrina idea de imprimir los periódicos en letra roja. El abuelo de una amiga china fue condenado a vivir en el campo, separado de su familia, porque durante la segunda guerra mundial había trabajado como traductor cuando los norteamericanos eran aliados de los chinos, durante la invasión japonesa.
Fue durante la Revolución Cultural cuando los habitantes de Shaoshan dejaron de trabajar los campos y se dedicaron a vender escapularios comunistas en las inmediaciones de la casa natal de Mao Zedong. Más adelante, en los noventa, después de la muerte de Mao y tras la introducción de reformas de corte capitalista en China, la imagen de Mao volvió a surgir con fuerza debido al descontento de la población. Y una vez más, la ciudad natal del Dios volvió a tener una economía boyante. Hay algo de contradictorio en todo esto. Mao Zedong el hombre que más palabras ha gastado contra lo burgués y capitalista, se convierte en marca comercial e icono pop.
Así son las cosas: primero la ciudad al servicio de Mao y su Revolución ( de algo tenían que vivir en esa pequeña ciudad) y una vez que esta cae, continuan viviendo de la nueva situación y se adaptan a ella. Muy listos estos chinos, ¿ que otra cosa podían hacer para seguir comiendo?