Tóngxìngliàn [Homosexual]


En chino el término tóngxìngliàn 同性恋 significa homosexual, la traducción literal es “amor del mismo sexo”, que no se diferencia mucho de nuestro término, homosexual; en broma, los  homosexuales chinos se llaman a sí mismos “camaradas” 同志(tóngzhì). Otra forma de referirse a los gays es玻璃 (bōli), que en español significa “cristal”, aunque en este caso es como decir “maricón”. No sé exactamente el origen de la palabra: unos dicen que es por la forma de la copa de cristal que recuerda a una mujer; otros creen que es por la supuesta fragilidad de los gays y quizá la teoría más plausible es aquella que dice que boli se origina del acrónimo inglés BL (Boys Love). En Taiwán, el país chino no comunista, los chinos gays se han reapropiado del término y se ha convertido en una palabra de uso corriente.

Para hablar de las lesbianas en concreto se usa el préstamo del inglés lesbian 蕾丝边 lěisībiān y el término拉拉Lā lā. Este último se usa mucho en Internet y tampoco se sabe con precisión su origen, pero quizá tenga que ver con que el carácter 拉, que es el verbo que utilizan para tocar instrumentos de arco.

Los países comunistas, aunque pueda parecer una paradoja, han sido contrarios a la homosexualidad. Durante los años de la revolución cultural se consideraba una perversión capitalista. Hoy no está prohibido ser gay en China y el gobierno se ha inclinado por una política de tolerancia, aunque silenciosa. Esta actitud no erradica la discriminación y sobre todo no permite pensar en otras alternativas que no sean las del pensamiento tradicional chino, cuyo pilar fundamental es la familia. Durante mi viaje a China, fuera de las grandes ciudades, todas las personas que conocí o eran homófobas o, aunque lo toleraban, no lo comprendían.

En Dali, un pueblo chino de la provincia de Yunnan, conocí casualmente a una pareja de homosexuales en el hotel donde vivía. Entraron un poco bebidos y uno de ellos pidió una habitación para esa noche; inmediatamente después, uno de ellos me miró, e hizo una broma nerviosa sobre que su compañero era su esposa.  Les contesté que mi hermano también tenía una esposa, pero que la suya era notablemente más guapa. Nos echamos a reír. Estuvimos charlando durante horas y todavía recuerdo la cara de pasmo cuando se enteraron que en España se podrían casar.

Pocas veces me siento orgullosa de ser española, no porque tenga nada contra España, ni mis compatriotas, sino porque no me identifico con lo que Beatriz Preciado llama las “bioficciones políticas”, es decir, las construcciones que otorgan identidades absolutas. En cualquier caso, como  decía Pericles, o tal vez lo dijera su mujer Aspasia, que al parecer era la que le escribía los discursos, más que estar orgullosos del lugar donde hemos nacido, hemos de estar orgullosos de las leyes que nos hemos dado a nosotros mismos.

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