Una de las características de Vivir de Yu Hua es que el lector puede reconocer la historia, de una forma natural e insinuada, que es como normalmente conocemos todos nosotros la historia que acontece cada día. Los personajes se topan con la historia, sin que sean conscientes de lo que está ocurriendo exactamente. En ningún momento de la novela, se nombra “El gran salto adelante”, pero vemos como la familia de Fugui, protagonistas de la novela, se esfuerza por fundir el acero, lo que provocará una fuerte recaída de Jiazhen, su mujer, además del hambre, que será protagonista de las siguientes páginas:
“A partir del cierre de la cantina, todas las familias en el pueblo se quedaron sin patrimonio, y la vida se fue haciendo cada vez más difícil.”
Otro tanto ocurre con la guerra civil china. Al pobre Fugui le enrolan por la fuerza en el bando nacionalista de Jiang Jieshi[1]. Y Fugui se ve luchando sin saber por qué. En realidad nadie sabe muy bien qué hay que hacer. Ni los altos mandos se acaban de enterar, Fugui sólo cree vagamente que Jiang Jieshi vendrá a liberarlos. Hay un momento gracioso, cuando Chunsheng, el amigo de la guerra de Fugui, como el ruido de las bombas no le deja dormir, grita a los del frente enemigo para que dejen de dar cañonazos. Esta visión humorística de la guerra, recuerda a la que describe José Luis Berlanga en “La Vaquilla” a propósito de la guerra civil española. Guillermo Montesinos quiere intercambiarse con un soldado del otro frente porque ambos tienen sus novias en bandos contrarios.
La única excepción a esta historia insinuada es en el caso de la “Revolución cultural”; los personajes de Yu Hua sí conocen esta rebelión por su nombre. Muchos expertos en literatura china contemporánea, piensan que este tipo de novelas se mueven dentro de los parámetros de una crítica políticamente admitida, en la que se critica más la Revolución Cultural que otros atropellos, entre otras cosas, porque Deng Xiaoping fue uno de los damnificados. Es posible. Quizá es cierto que no se ha tratado con profundidad la peregrina y absurda idea de convertir en China en la primera potencia productora de acero a base de los woks de los campesinos. Si bien veo una diferencia entre ambos hechos históricos. “El gran salto adelante” es un error económico, gravísimo, de una ignorancia que duele, pero la “Revolución cultural” tiene una connotación todavía más desagradable en un sentido ético. “El gran salto adelante” mató de hambre a veinte millones de personas, la “Revolución cultural” mató moralmente a ochocientos millones de chinos.
Vivir lo muestra cuando la adolescente guardia roja se lleva al jefe de equipo del pueblo por no encontrar a nadie con quién saciar su borrachera de poder. Nadie en el pueblo hace nada realmente efectivo por aquel pobre hombre que no es culpable de nada. Ese miedo y esa cobardía sin duda hicieron sentirse culpables a muchos de los hombres que vivieron esa pesadilla.
(Continuará)
[1] Chiang Kai-shek