La lectura de Una vida en China me ha descolocado la mente, últimamente ocupada en la cultura clásica china. La culpa es de Li Kunwu y su comic. En el artículo anterior me ocupé de algunos aspectos de esta fabulosa historieta, en esta ocasión me gustaría detenerme en uno de ellos, la Revolución cultural.
En 1966 Mao Zedong dio un golpe de mano al gobierno y apartó a los dirigentes de entonces, entre los que se encontraba Deng Xiaoping, el presidente que más tarde activaría las reformas para llevar a China a una economía de mercado. Mao, alegando un distanciamiento de la verdadera revolución, dio poder a los niños y jóvenes que formaban la guardia roja. Estos estudiantes salieron a la calle dispuestos a hacer lo que les habían pedido.
Li Kunwu participó del lado de los revolucionarios aunque con poca implicación; para un niño de once años debe ser una tentación tener el poder de decidir quién no es un buen revolucionario, o si el menú del restaurante de al lado es burgués, o si la profesora ha hecho suficiente autocrítica. En los periodos de caos, las venganzas personales y los caprichos crueles sobrepasan los idearios políticos. Es difícil saber qué hacer en tales circunstancias. Li Kunwu creía, como el resto de los niños, en las palabras escritas en el Libro rojo de Mao Zedong, que es un libro, por otro lado, poco recomendable para cualquier lector sensato, pues no explica sino que se compone de dictámenes y críticas a los enemigos. En la wikipedia ofrecen un dato curioso: El libro rojo es el segundo libro más editado por detrás de la Biblia. Curiosamente ambos libros han sido empleados para cometer todo tipo de abusos.
Para un adulto ya resulta complicado manejar cuotas bajas de poder, así que nos podemos hacer una idea de qué venganzas podrían llevar a cabo un grupo de niños omnipotentes. La pesadilla que cuenta William Golding en El señor de las moscas se hizo realidad durante la Revolución Cultural china. El señor de las moscas, en este caso, había nacido en Hunan y se expresaba no a través de la cabeza cortada de un jabalí sino en las páginas de un pequeño libro rojo.
En este poster espeluznante los enemigos de la revolución tienen colgados carteles que les identifiquen como monstruos, demonios o payasos en las sesiones de humillación pública de la Revolución cultural.
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