La ceremonia del té, como muchas de las artes japonesas, tiene un origen chino. El té llegó a Japón en los siglos XIII y IX gracias a las visitas que realizan los embajadores japoneses a la corte Tang. Desde entonces la bebida pasó por muchos sinsabores, de hecho estuvo a punto de desaparecer debido a las malas relaciones chino-japonesas, pero se conservó gracias a la costumbre de usarlo en las largas meditaciones de los monjes zen frente a la imagen del Bodhidharma . Con el tiempo, ya en el siglo XIV, lo convirtieron en una ceremonia de gran sutileza.